Ceguera espiritual


No hallarás a Dios en las explosiones de milagros, ni en los entresijos de la industria religiosa, ni en aquellos que hablan en su nombre pero les interesa más tu bolsillo que tu corazón; lo hallarás en el beso de buenas noches de mamá, en la limonada que te espera al llegar del trabajo, en la majestad de las noches estrelladas, en el hombro donde apoyas tu cabeza para llorar, en el olor de una taza de café recién hecho, en el saludo cariñoso de tu perro, en el valor de una verdadera amistad, en la caricia de la lluvia sobre tu rostro, en tus oraciones en la soledad de tu habitación... solo entonces sabrás que a Dios de nada le sirve abrir el mar en dos si tu corazón es duro como una roca; aprenderás que la incredulidad pide señales y milagros pero ignora el poder de los pequeños detalles que forman la cotidianidad; comprenderás que no puedes atajar al viento, ni impedir que el gallo pueda cantar; dejarás de pedir bendiciones para pasar a ser tu una bendición para otros; querrás ser uno de esos héroes anónimos que actúan lejos de los reflectores y los comités de bienvenida porque sabrás que tu verdadera recompensa está en el cielo... entonces... Jesús habrá quitado tu ceguera.